martes, 25 de junio de 2013

¿Evolucionar? Un consejo: salga de su zona de confort (2ª parte)

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Salga de su zona de confort
Salga de su zona de confort

Vivía y trabajaba en Sevilla. Tenía todo lo que podía desear. Un trabajo que me apasionaba, una libertad personal y financiera. Una  familia, amigos, tenía salud. Pero siempre he sido una persona inquieta, siempre he querido evolucionar, probar nuevos retos.
Una noche estaba en mi casa, disfrutando de un delicioso café capuchino. Estaba viendo un documental en la televisión, en uno de esos canales temáticos. Estaba absorto en la televisión de plasma. El documental trataba del mundo financiero, de las relaciones con los clientes, de los grandes contratos que se cerraban en los centros financieros del planeta (Londres, Chicago, New York, Tokio).
Fue en ese momento cuando me entró un arrebato de los que suelen ser habituales en mí, de esos que tienen reminiscencia con el pasado, cuando somos pequeños y si algo se nos mete en la cabeza lo queremos ya, pero ya es ya. Nunca he dicho que eso sea una virtud, en ocasiones es un defecto, pero el caso es que en mi persona es un hecho y una realidad.
Era un fin de semana, un sábado por la noche. Me levanté rápidamente y me dirigí al ordenador. Comencé a buscar en varias webs pisos de alquiler en Madrid, concretamente en Chamartín, que era la zona que me gustó cuando estuve en la capital.
La verdad es que la empresa resultaba un tanto complicada, por no decir que bastante, porque yo quería alquilar un piso sin verlo e ir a Madrid con mis cosas directamente e instalarme. No podía permitirme el lujo de ir (sin conocer a nadie allí, o al menos con la suficiente confianza), alojarme en un hotel a saber cuántas semanas o incluso meses si la búsqueda no era fructuosa, ir a ver decenas de pisos, volver a Sevilla, hacer la mudanza, y todo ese tiempo sin poder trabajar, sin poder operar, solo gastos y gastos y nada de ingresos.
Como ustedes comprenderán, no podía arriesgarme a alquilar un piso sin verlo in situ, solo confiando en que las fotos que se mostraban en internet obedecían a la más estricta de las realidades (la experiencia de amigos míos decía claramente que no era una buena opción). Así pues, tenía que pensar en algo rápidamente, porque el arrebato me empujaba cada minuto que pasaba a solo pensar en mi nueva etapa personal y profesional en la gran urbe.
De pronto, descubrí que había hoteles que alquilaban sus habitaciones para periodos más amplios de tiempo. Habitaciones acondicionadas para ello, ya que una habitación de hotel no sirve para vivir, entre otras razones porque no dispone de cocina.
Ahora solo se trataba de elegir el hotel. Dado mi empeño en vivir y trabajar en Paseo de la Castellana, opté por el Hotel Plaza Castilla, de cuatro estrellas. La verdad es que me encantó. Disponía de mi plaza de parking, de una habitación amplia, con un salón espacioso y muy luminoso, con un baño y con una cocina americana. Además, para entrar podía elegir entre el hall del hotel y la recepción o bien otro portal que tenían reservado exclusivamente para los inquilinos. Por si fuera poco, no tenía que pagar luz, agua, comunidad, teléfono, internet, tenía canal plus y muchos canales de televisión.
Hasta aquí la parte bonita, pero claro, esto tiene un precio. Les hablo de octubre del año 2007. El precio mensual eran 2.000 euros.
Sí, lo sé, una barbaridad. Pero como no me fiaba de los pisos de alquiler de particulares (sin verlos en persona no quería arrendarlos), sí me fiaba en cambio de un hotel de cuatro estrellas. Así pues, esperé al lunes por la mañana y llamé. Me dijeron que tendría que esperar una semana para alquilar, porque estaba ocupada por unos ejecutivos de Barcelona. Respondí que no había problema. Entregué una fianza y esperé toda una semana que, por cierto, se me hizo larguísima.
Llegó por fin el gran día. Compré un billete solo de ida en el AVE, preparé una maleta con ropa y me fui. Sí, solo me llevé ropa, ya que estaba aquello todo decorado, equipado y amueblado, no podía hacer una mudanza, de manera que dejé todos mis enseres y pertenencias en mi casa de Sevilla.
Al llegar, me lo enseñaron todo, me gustó mucho más en persona. Me instalé. Esa misma tarde firmé el contrato.
¿Cuál es el mensaje que les quiero transmitir con estos dos artículos? Pues que existen dos tipos de personas, la que es conformista y la que desea seguir mejorando. Yo quería seguir avanzando y salí de mi zona de confort. Dejé todo y me fui a Madrid a empezar una nueva vida.
Gracias a todo esto, conocí a clientes muy interesantes, otros compañeros profesionales, nuevas amistades, se me abrieron oportunidades profesionales que jamás en Andalucía se me hubiesen presentando.
Por tanto, evolucionar y mejorar implica salir de la zona de confort. No significa que se muden y cambien de ciudad. Saben perfectamente lo que quiero decir.
Foto cortesía de Free Photo Bank

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